CALLAR HABIENDO HABLADO
Fue amado en silencio.
Se lo gritaron en el rostro inmóvil
con congoja en las entrañas.
Se retuvo minúscula, sollozando,
recordando cada fecha
grabada en el tiempo,
como cuentan las agujas del reloj.
Cada día avanza y cae, todo se repite como un cálculo exacto.
¿Y si volviese el momento imperecedero a empezar?
¿estará lista y dispuesta
a emprender de nuevo,
más grande y repuesta,
sin lágrimas a punto del derrame
sabiendo distinguir aquello verdadero
de lo que se antoja falso?
Eso es el saber —se dice—, callar habiendo amado,
aún con el desatino,
de hablar, sin haber callado,
de callar, cuando ya todo ha acabado.
Y así un nuevo día,
una nueva fecha.
Un nuevo amor.