miércoles, 21 de abril de 2010

"Todas esas cosas que quiero decirte y finalmente,
por una razón u otra,
no te digo,
¿serán las nubes donde se condensan
mis lágrimas de mañana?"




texto: la mirada oblicua

martes, 20 de abril de 2010

te invito, ¿me invitas? no me imites

Pôdré repetirte que me dejes, aunque sea embuste.
Aunque no sea una mentirosa patológica, tergiverso,
doy la vuelta alrededor de la mesa (redonda mejor),
hasta que desde dos angulos distintos pueda contarte lo que siento y lo que siento. Puedo decirte que me dejes y que sea verdad y mentira al mismo tiempo.

domingo, 18 de abril de 2010

Si en vos mismo está el deseo,
¿qué ganáis con apresurar el vuelo?
Dejad el fuego correr y amaréis más lentamente.

jueves, 15 de abril de 2010

Cuando el sol se pone,
no hay hueco que quepa,
no hay ascensor que suba,
no hay disonancia más grande.
Subimos,
entramos,
no hay hueco,
hay lleno.
Ansía viva.
¿caeremos?
Subiremos.

miércoles, 14 de abril de 2010

"Los compañeros contaron que la foto la tomaron en desnivel, en el segundo piso de esa fábrica abandonada desde hace 20 años. Aparentemente el accidentado estaba cerca del hueco del ascensor inexistente y cayó al vacío desde una altura de 20 metros. Murió instantáneamente."


texto: extraído de un periódico digital

lunes, 12 de abril de 2010

En el rincón de mi pericia, serán grandes mis tesoros

Este sitio me ahoga
y allá donde camino me siento extraña.
Quiero encontrar un lugar,
donde respire,
donde todo haya acabado.
Donde todo comience.
Quiero volver a nacer, lejos.
Quiero caer y levantarme.
Quiero no volver (a caer).
Quiero irme,
no volver.
Quiero seguir naciendo.
Es más, quiero nacer otras mil veces.
Y en todas respirar,
respirar muy alto,
que hace tiempo que no me sale.
Abrirme en tiras,
y sacarme con una cucharita de café esa mugre,
ese incordio en la cintura,
ese principio natural.

Quiero volver a nacer
y que nazcan conmigo.
Ser mamá...
Y que me llamen mami, sí.
Quiero que mis retoños salgan sanos,
y que puedan respirar,
lejos.
Siempre lejos.
Y que sigan naciendo,
y que me llamen mami, sí.
No quiero techos,
no quiero que nada les oprima ni retenga.
Y así respiremos siempre,
hondo, muy hondo.
Hasta que dejemos de nacer,
para seguir viviendo.
Sí, mami.

2006

jueves, 1 de abril de 2010

Evidentemente no podían darse cuenta de la velocidad que estaba emprendiendo aquel vuelo, definitivamente y por primera vez les estaba sacando de sus casillas.
Eso no lo podía permitir la joven y cándida chica de los molinos. La misma que había estado el verano encandilando a los jóvenes paseantes del puerto.
En fin, aquel encuentro se estaba convirtiendo en una farsa, ya que ellos eran unos frágiles pícaros.
Sin duda y sin preámbulos sabían lo que hacían. Sin dirigir palabra, como aquellos que callan rumiando en el timbre de sus palabras pensadas.
Que ellos sin duda, las escuchaban.

Los mismos timbres que se transforman en la palabra adecuada y en el momento oportuno, aquellos que los hombres de placer saben apreciar cuando les cae, como un rayo de luz, o una buena sonrisa, como las conversaciones del café que se hacen eternas y tan efímeras al mismo tiempo, que al pensar en el suspiro errante que formula el timbre nos llena de esa tensión sensorial, que hasta nos roba una lágrima, cuando aquellos tonos de Amor nos alumbran.

El mismo proyecto tenían en mente.

Simplemente se alejaban para reencontrarse siempre en el mismo espacio. A la misma hora, durante los mismos años y en los mismos puertos. Las personas no eran las mismas, sin embargo los hombres somos todos iguales, con nuestras proyecciones.
Eso no estaba a su alcance, ni un ápice de verdades oscuras que hicieran desvanecer aquellas tardes, noches, días. El tiempo nos reaparece. Ya no es ayer.

La chica volvió, el chico también.
Quizá habían estado en el mismo lugar, allá donde los pensamientos no recurren a la sentencia de un juez, sino a su propio castigo.

foto: Sol de Ibiza, junto árbol espinado de flores rosas '09