sábado, 30 de junio de 2012

2001 odisea en mi azotea

En el 2001 escribí: "por qué pedir perdón a personas que no te perdonarán". Que la inocencia no me robara las verdades que me acrecentaban; no eran mis razones. Pero verdades siempre son verdades. Duele, pica, escuece quizás. Escuece saber que escueces y pica saber que te duelen. Eres dolido a consecuencia de tus dolores. Sientes que nada está perdido y que contínuamente hay que empezar, con energías nuevas y renovadas. Como, bebo, y me canso antes de empezar. Más no, no quiero más promesas, yo ya no me prometo nada. Ni cumplo mis promesas, ni acato las tuyas. Tu lisonjera sensatez, titubea mi errónea honestidad, cargada de despotismo y banalidad. Mil razones sobran, para una sola verdad. Sólo sé que la eterna infancia, cargada de inocencia, también escuece, o dolía, o lo que el tiempo aguante.

Sotmesa per un pes

Arronsant les espatlles
mirant amb lleugeresa;
amb prou feines puc estar-me tranquil·la.

Puc mirar-me i saber qui sóc
sentir el pes dels obstacles
del mirar sense miraments
de reprendre una peça,
com si fos recent.

De sentir que no tens retrets
que les carícies no són mortes,
que la morta no sóc jo.



Encogiéndose de hombros
mirando con ligereza;
apenas puedo estarme tranquila.

Puedo mirarme y saber quién soy
sentir el peso de los obstáculos
del mirar sin miramientos
de retomar una pieza,
como si fuera reciente.

De sentir que no tienes reproches
que las caricias no están muertas,
que la muerta no soy yo.





abril

me halagas

Me halagas y no encuentro reposo
no obstante,
¿Puedo calmar mi sed?

Es incierto y no respetuoso:
mantener en secreto
mi desacato
a tu incierta coquetez,
con la que intimida
y permanece en inconstante acecho
¿Me galanteas?

11/11

lunes, 4 de junio de 2012

El miedo abstrae rebeldía de lo invisible